Con el argumento de “ahorrar” 4 billones de pesos, el Alcalde Enrique Peñalosa pretende desconocer estudios realizados durante más de 70 años y que se volvieron concluyentes en los últimos gobiernos para construir en la Capital de la República un metro subterráneo que resuelva la dificultad de la movilidad sin afectar los distintos atributos de la ciudad. “La primera vez que se habló del metro de Bogotá fue en 1942, cuando el entonces alcalde, Carlos Sanz de Santamaría, realizó los primeros estudios para el tren subterráneo.” [1]

Así lo señaló el Concejal por el Polo Democrático Alternativo Celio Nieves Herrera, quien una vez más criticó la gestión de la actual administración, que no es otra cosa más que la continuidad de proyectos e ilusiones retrógradas de hace más de 20 años, desconociendo que la dinámica de la capital hoy en día es distinta y que la ciudad cuenta con más de 10 millones de habitantes, entre población flotante y capitalina.

El cabildante denunció que es un despilfarro de la actual administración pretender echar a la cesta más de 130 mil millones de pesos que se han invertido en  estudios de factibilidad, de ingeniería y de detalle para la construcción de la primera línea de metro, como el Contrato IDU-849-2013, suscrito con las firmas Euroestudios-IDOM-Cano Jiménez, que entregó 190 tomos y cerca de 37.000 planos para adelantar la licitación y la obra, y que ahora con el afán de entregar una obra rápido y supuestamente más económica, se comienza una nueva etapa de estudio, a través de la firma Systra que entregó recientemente al Distrito  estudio de prefactibilidad del Metro elevado, propuesto por el alcalde Enrique Peñalosa.  Nos preguntamos entonces, ¿cuánto más van a invertir en los estudios de ingeniería y de diseño para adelantar la construcción? ¿Cuánto tiempo más se va a retrasar la realización de este proyecto?

De otra parte, tal como lo aseguran los ciudadanos, académicos y expertos de la ciudad, “de no hacerse bien una obra de infraestructura puede arruinar una ciudad, especialmente si se trata de una del impacto del Metro de Bogotá, pues con una demanda estimada de 80.000 pasajeros hora sentido para el año 2050, estaríamos hablando de uno de los más grandes del mundo, comparable con muy pocos  de proporciones equivalentes en Asia. La idea del Alcalde Peñalosa de cambiar el metro subterráneo por uno elevado, por ser más barato no es del todo cierta. El material rodante, el equipamiento eléctrico, el sistema de comunicaciones, la asistencia técnica, no varía por ser elevado o subterráneo. El costo total por kilómetro del tramo del metro elevado es de $383.384 millones de pesos en el sector, Portal Américas – Rosario, mientras el subterráneo es de $483.929 millones de pesos en el sector, Rosario – Calle 26, la diferencia entonces no es “inmensa” como lo afirma el Alcalde”. [2]

En el mismo sentido, al realizarse por parte del equipo de apoyo del Concejal Nieves Herrera, consulta entre los residentes y vecinos de las áreas de influencia por donde pasará el metro elevado, la mayoría de los habitantes del sector prefieren la opción de metro subterráneo, por cuanto, “si bien se podría mejorar la movilidad con el metro elevado, se afectarán las actividades comerciales, y se deteriorará la ciudad por los problemas de paisajismo, ambientales,  aseo e inseguridad que se generarán”, por cual el cabildante afirmó que mientras el Alcalde Enrique Peñalosa hace esfuerzos por desconocer estudios de metro subterráneo, le vende a la ciudad una alternativa de metro elevado que igualmente va a invertir unos recursos muy cuantiosos para la estructuración de esos estudios de ingeniería de detalle y otros, lo cual se puede constituir en un presunto detrimento patrimonial, del cual solicito se investigue por parte de la Contraloría de Bogotá.