La premura y la soberbia del Alcalde, su confesión neoliberal y la aplanadora en el Concejo Distrital -de la mano de la política tradicional colombiana-, al aprobar el Plan Distrital de Desarrollo, confiscaron derechos; golpearon la inversión e inclusión social; se deshicieron de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá; sabotearon el tren de cercanías y el metro subterráneo; se olvidaron de las víctimas del conflicto armado; entregaron al sector privado parte del transporte, de las vías, de la salud y del servicio educativo con más colegios en concesión y desmonte del preescolar de tres grados.